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El acento, un reto para el intérprete.

Uno de los grandes retos del intérprete está en el acento del orador.  La forma en que el orador se expresa contribuye a la dificultad del quehacer del intérprete.  De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española (RAE), la definición de acento es “conjunto de las particularidades fonética, rítmicas y melódicas que caracterizan el habla de un país, región, ciudad, etc.” Con base en esta definición sabemos bien que no “suena” igual una persona de Veracruz que una de Chihuahua o una de Escocia que una de Irlanda; y sabemos que no suena igual un irlandés que trata de hablar español o un francés que intenta hablar inglés.  Así pues, el intérprete de conferencias no sólo debe cultivar un acervo de conocimiento del idioma, del tema y vocabulario, habilidades de trabajo en cabina o fuera de ella, sino que debe tener una gran capacidad de adaptación auditiva.

Las habilidades comunicativas habladas del intérprete de conferencias contribuyen en forma determinante a que la comunicación fluya en una manera adecuada durante el proceso de la escucha y emisión del mensaje durante la interpretación.  Si bien cada intérprete tiene habilidades lingüísticas distintas con base en sus antecedentes personales y académicos, la capacidad para adaptarse a los acentos de los hablantes en condiciones de trabajo suele hacer la diferencia entre una comunicación fluida y una torpe (o nula).  Es común que en un ambiente de trabajo internacional se elija algún idioma como idioma de trabajo para facilitar la comunicación y abatir costos (entre ellos, la de intérpretes con distintas combinaciones lingüísticas).   Así pues en un congreso en que se ha establecido el inglés como idioma oficial, es posible que se tenga el inglés irlandés, el inglés australiano, el inglés hablado por un japonés, el inglés con acento español y el inglés hablado por un coreano que acaba de enterarse que no podrá hablar en su lengua materna.  En ese contexto, el equipo de intérpretes deberá entender lo que todos ellos desean expresar y luego transmitirlo fehacientemente.

Es práctica común entre los intérpretes hablar con el orador antes de la sesión, no sólo para intercambiar puntos de vista sobre la presentación y su dificultad técnica, y no sólo para acordar horarios de comida y descanso, sino para darse una idea de la intensidad y dificultar del acento al que se enfrentarán. Los primeros minutos del mensaje exigen una adaptación de la audición y las funciones cerebrales al acento del ponente. Enfrentarse a acentos diversos es un reto considerable porque la audiencia espera el mensaje, independientemente del acento del orador, y será responsabilidad del intérprete transmitir ese mensaje. Por eso, es muy importante que el organizador del evento o el contratante de servicios de interpretación permita a sus equipo de intérpretes interactuar con el ponente antes del arranque, ¡eso puede hacer la diferencia!

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