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Novelistas, Intérpretes y Traductores: La capacidad de Concentración

En días recientes hablamos del libro  De qué hablo cuando hablo de correr de Harumi Murakami y sus reflexiones sobre lo que se necesita para ser un novelista.

Hemos dicho, también, que algunas de las cosas que Murakami menciona pueden aplicarse al intérprete y al traductor.

Primero, habla del talento (que abordamos en una entrega previa), pero después dice:

“Si me preguntan, después del talento, la siguiente cualidad que necesita un novelista, contestaría sin dudarlo que la capacidad de concentración. La capacidad para concentrar esa cantidad limitada de talento que uno posee en un momento preciso y verterla en él.”

No basta con tener talento, es necesario poner el talento a trabajar, y para hacerlo, es necesario tener, y cultivar, la capacidad de concentración.

Un intérprete debe desarrollar la capacidad para concentrarse durante su trabajo al grado de que lo que suceda a su alrededor no obstaculice su desempeño; o, cuando menos, no arruine el desempeño. La concentración estará por encima del ruido, del acento del orador, el movimiento dentro de la sala donde se lleve a cabo el evento y dentro de su área de trabajo, y por encima de algunas incomodidades físicas. La capacidad del intérprete para aislarse dentro de sí mismo, donde tan solo el mensaje y él habitan, es alcanzable únicamente si se desarrolla un buen nivel de capacidad de concentración.

El traductor, por su parte, debe también aislarse de su entorno, centrar su atención en el mensaje y las palabras. Olvidar lo demás temporalmente, incluyendo los distractores como el teléfono, los sonidos de los escritorios de sus compañeros, la voz de alguien más o el ladrido de un perro, la incomodidad de la silla o los pendientes personales, cuando trata de comprender los mensajes escritos y plasmar las palabras.

Es interesante comentar que Murakami dice que “si se usa con eficacia, con esta habilidad se pueden suplir en cierta medida las carencias y desequilibrios de talento.” Esto es muy interesante porque los intérpretes y los traductores, al igual que los novelistas, deben dirigir voluntariamente su atención hacia lo que desean y luego deben mantenerla ahí para cumplir con su trabajo.

La capacidad de concentración puede cultivarse y practicarse hasta que se logra de forma casi natural, casi automática. Hasta llegar a un punto en que entrar y salir del mundo interior de trabajo y comprensión se hace casi sin pensarlo.

Recordamos que además del talento y la capacidad de concentración, Murakami menciona la voluntad y la constancia. Para los intérpretes y traductores son también fundamentales, ¡pero hablaremos de ellos la próxima vez!

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